1. Bullying sexual: Puede ser esa forma aparentemente distraída con que se toca a una
persona y negar inmediatamente la acción. Presionar a una persona a
hacer algo que no quiere, como por ejemplo ver pornografía; insistir en
dar un beso cuando no se quiere; cuando se manipula o se condiciona el
afecto o la amistad y se pone a prueba al otro a través del chantaje. El
extremo de esta práctica es el abuso sexual, al usar la fuerza para
obligar al otro a tener relaciones contra su voluntad.
2. Bullying de exclusión social: Tendencia a excluir al chico o chica que según el líder del grupito o de la banda es un “tonto”, “un nerd”,
“un teto”, etc. Se le ignora, se le aísla de forma deliberada, se le
aplica la famosa “ley del hielo”. Muchas veces la víctima tarda en
entender la intención de tal exclusión y el conjunto se deleita al
ejercer dicho rechazo.
3. Bullying psicológico: Infundir el temor en la
víctima es el eje de esta práctica. Se le acecha, persigue, se le fuerza
a hacer cosas que no quiere, como entrarle a las drogas o al alcohol.
Se le intimida para causar miedo. El niño o joven vive con angustia el
encontrarse con el abusador en los pasillos, patios o a la salida de la
escuela. El agresor, al ejercer su poder, puede hacerlo casi de forma
tiránica, más aún si el conjunto del grupo le atribuye cualidades de
héroe por su audacia, su fuerza, su simpatía o incluso su patanería.
4. Bullying físico: Pasar al empujón, los
jalones, a la pamba y finalmente a una golpiza colectiva en donde los
cómplices alientan, observan complacidos o indiferentes y otros con
celulares graban las riñas.
5. Ciberbullying: Hoy la práctica de grabar las
riñas en las escuelas y subirlas al YouTube se ha convertido en una
constante, como si fuera algo gracioso. Es una forma más de ridiculizar y
devaluar al otro. A esto de asocian los espacios como el de La jaula,
un portal que permitía que alumnos y alumnas de las diferente escuelas
difundieran chismes, calumnias, groserías de cualquiera que no le cayera
bien. Son espacios de denostación del otro, en donde el anonimato
permite que los tonos de los insultos denigren la imagen de cualquiera.
El abuso por internet tiene una expresión más alarmante, que es la de
los acosadores adultos que se hacen pasar por jóvenes y que hábilmente a
través de los foros (chat, Messenger, Hi Fi, etc.) consiguen seducir a
sus víctimas con efectos graves en la salud física y mental de los
jóvenes.
6. Bullying entre hermanos: Es común que en las
familias, la interacción entre hermanos responda al lugar que ocupa cada
uno según el orden de nacidos. Sin darse cuenta a veces, muchos padres
promueven la competencia, lo que hace que se exacerbe la rivalidad. Ante
ello, entre hermanos se tiende a ridiculizar lo que uno tiene de virtud
y los otros no. Se desacredita o miente sobre cosas o actos que hace
uno de ellos, pero se es incapaz de asumir las propias
responsabilidades. En el espacio familiar la agresión traducida en el
pellizco, zape, cerillito o empujones va generando una lucha permanente
por ganar la aprobación y atención de los padres. La devaluación y
estigma del hermano victimizado se traslada después a otros ámbitos de
la vida.
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